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La Fe

Jesús gobernante del mundo neoatierra
¿Se ha preguntado alguna vez cuántas palabras tiene una Biblia?

Se calcula que en la versión inglesa King James, la Biblia contiene 773.746 palabras. 

Ciertamente hay una gran cantidad de palabras escritas desde el libro del Génesis hasta el Apocalipsis. Algunas de esas palabras corresponden a nombres de personas: Adán, Eva, Jesús, Pablo, Ester. Otras palabras se refieren específicamente al nombre singular de Dios, el Tetragrámmaton YHWH, y los títulos que describen a Dios: Altísimo, Todopoderoso, Pastor, Rey, entre otros. Las palabras se refieren también a lugares, como Jerusalén, Jordán, Nilo o Galilea. Piénselo, son casi 800.000 palabras, escritas bajo la inspiración del espíritu santo, ordenadas y utilizadas como parte de “Toda Escritura” que es beneficiosa y guiadora para nuestra espiritualidad, para darnos el conocimiento y el entendimiento que requerimos de Dios en nuestras vidas.

http://blcs.files.wordpress.com/2011/05/abraham-stars-color.gifUna de esas 800.000 palabras singulares que aparece en las Escrituras es la palabra Fe. Son cerca de 400 veces en todas las Escrituras, siendo Génesis 15:6 la primera vez en la Biblia que aparece, y por última vez podemos leerla en Apocalipsis 21:8. Sin embargo, si analizamos ambos versículos, notamos un detalle. Veamos: 

Y él (Abrahán) puso fe en YHWH y Él se lo acreditó como justicia
(Génesis 15:5-6)

Pero los cobardes y quienes no tienen fe (o incrédulos) … tendrán su parte en la muerte segunda
(Revelación 21:8)

La primera mención de la palabra fe, se refiere a una persona que ejerce fe, que tiene fe: Abrahán, el “padre de los que tienen fe” (Romanos 4:11). Dios le hablaba, recordándole la promesa de darle una descendencia, tan incalculable como las estrellas del cielo. ¿Podía Abrahán contar esas estrellas que iluminaban el cielo de aquella noche? No, y así de incontable sería su descendencia. Uno pensaría que no hacía falta en ese momento que Abrahán tuviera fe. ¿No bastaba con la promesa de Dios, no era suficiente para tener fe?  
  
Abrahán, en ese momento de su vida, era un hombre viejo, sin hijos. No tenía aún el cumplimiento de la promesa. Pero YHWH reafirmaba la promesa, y algo en el corazón de Abrahán tuvo esa claridad, la convicción de quien deja de lado todo cuestionamiento de las circunstancias actuales, y cree que lo que YHWH dice se realizará, sin falta, aunque parezca tardar. Abrahán alcanzó un nivel de plena convicción, una que no había logrado a pesar de los años de fidelidad y paciencia, esperando el cumplimiento de la promesa. Conocemos la historia de Abrahán, de cómo YHWH cumplió la promesa, y fue una gran bendición para él y Sara por fin tener lo prometido, en la persona de Isaac.

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Para los creyentes, la fe es necesaria, pues “sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11:1, 6). ¿Es fácil tener fe? No lo es, definitivamente, y así como se destaca la fe de Abrahán en Génesis 15:6, las Escrituras ponen un punto de atención en el polo opuesto de quien tiene fe: quienes no tienen fe. ¿Qué diferencia existe entre el que tiene fe y el que no la tiene?

Jesucristo es el personaje bíblico que más habla de la fe. ¿Es de extrañar? No, pues en Hebreos 12:1 y 2 se llama a Jesús el “líder” y “perfeccionador de nuestra fe”. En las enseñanzas de Jesús encontramos la diferencia entre el que tiene fe y el que no la tiene. Ejemplo de quien tiene fe: la mujer sirofenicia, que pidió a Jesús que expulsara un demonio de su hija. Aquella mujer, sin nada que le asegurara que Jesús actuaría a favor de ella, insistió hasta que se fue a su casa con una promesa de Jesús. Y fue su creencia en que sucedería así, según la promesa de Jesús, lo que hizo el milagro de liberar a su hija de aquel terrible mal que la aquejaba.

Caso contrario, los fariseos no tenían fe. Eran expertos en ver los milagros de Jesús, en escuchar la enseñanza sin par de Cristo, y de cuestionarla, hasta de decir que Jesús hacía sus milagros por el poder del maligno. Sí, ellos hacían declaración de fe en Dios, pero al ver la acción de YHWH por medio de Jesús, su corazón sencillamente prefería ignorarlo, sólo asumir que su deber era “defender” su religión, más bien que observar la evidencia ante sus ojos, evidencia, que les indicaba que un poder divino actuaba por medio de Jesús.

Ahora bien, la fe no es estática. Es dinámica, necesita crecer, madurar, generar resultados, cosa que entendemos por la comparación de Jesús del grano de mostaza con el tener un “poco” de fe. Ese grano de mostaza, o ese “poquito” de fe, debía crecer, desarrollarse, llegar a niveles de dar fruto para YHWH y Cristo Jesús. “Fe sin obras, Fe muerta”, escribiría Santiago. Recordamos el capítulo 11 de la carta a los Hebreos. Se habla de qué hicieron personas como Abel, Enoc, Sara o Moisés, Gedeón y otros por fe. Dios inspiró a Pablo a escribir qué hicieron esas personas por fe para inspirarnos a nosotros a generar nuestras propias hazañas, para seguir adelante por la fe nuestra. Porque la fe es personal, es mía, propia, como mi ADN. En cada uno está la responsabilidad de que esa fe crezca, como parte del fruto del espíritu santo en nuestra vida (Gálatas 5:22, 23).     
     


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