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Tomás: de incrédulo a creyente



Es de noche. Jesús está solo, en una montaña, cerca del mar de Galilea. Necesita orar al Padre, estar en contacto consigo mismo y en intimidad con Dios. Ya ha pasado más de un año desde que fue bautizado en las aguas del Río Jordán, en aquel momento en el que el espíritu santo de Jehová, la fuerza activa de energía divina, le unge como Mesías o Cristo, facultándolo para cumplir su rol mesiánico de Salvador del Mundo. Comenzó entonces Su obra de enseñar a otros sobre el Reino de Dios. Pero ha efectuado esta labor solo todo ese tiempo, aunque ha contado con la compañía ocasional de algunos discípulos, personas que han seguido de cerca Sus enseñanzas, atraídos por Su mensaje, muy diferente a la tradicional y dogmática formación religiosa de escribas y fariseos.



Sin embargo, es tiempo de dar un giro de 180º a Su labor. Debe elegir a 12 hombres, a quienes enseñará y guiará de acuerdo a la guía y dirección de Jehová. Esos 12 hombres serían personalmente, cada uno, entrenados por Él. Aprenderían en profundidad Sus enseñanzas, conocerían a Jesús de una manera íntima, personal y directa, incluso, se relacionarían con Jesús de una manera más cercana de lo que se había relacionado Jesús con su madre, María, y sus hermanos y hermanas. ¿Por qué? Porque estos 12 hombres aprenderían a hacer la voluntad del Padre, que está en los Cielos, y así serían hermanos de Jesús, hermanos espirituales.

Al amanecer, muy temprano en la mañana, llama a sí a 12 de Sus discípulos:    

Andrés, Simón Pedro, Juan, Santiago, Felipe, Natanael, Mateo, Judas Tadeo, Judas Iscariote, Simón el cananita, Tomás y Santiago hijo de Alfeo. 

Estos 12 hombres ya conocen a Jesús. Y Jesús los conoce bien. Guiado por el espíritu santo de Dios, Jesús ha elegido a estos 12 hombres para que sean Sus discípulos, a los que da el título de "apóstol". ¿Qué significa ser un apóstol de Jesucristo?

En los evangelios siempre vemos a Jesucristo como el protagonista. Jesús enseña, Jesús sana a los enfermos, Jesús resucita, multiplica los panes, convierte el agua en vino, lo hace todo. ¿Qué hacen los apóstoles? Aprenden. Ven a Jesús. Le escuchan, se benefician de Su compañía y presencia.

Los apóstoles eran hombres sencillos. Tenían debilidades, dudas, cuestionamientos internos sobre Jesús y Su obra. El simple hecho de estar día y noche con Jesús escuchándolo, viéndole hacer milagros, no hizo que de repente fueran hombres de una fe excepcional y una fuerza espiritual a toda prueba. Cuando el Maestro murió, se mostró claramente que esos 11 apóstoles fieles (recordando que Judas Iscariote traicionó a Jesús), carecían de una fe sólida en Jesús, y toda la fuerza espiritual que tenían sencillamente se vino abajo, como un castillo de naipes.  

¿Cómo reaccionan los apóstoles a la muerte de Jesús? Cada uno reacciona diferente. Pero la reacción de Tomás es la que más se destaca. ¿Por qué?

Jesús se aparece a los apóstoles, el mismo domingo en que es resucitado por el Padre, al atardecer de ese día. Ellos estaban reunidos a puerta cerrada por temor a los judíos, y de repente ¡Él aparece! Poniéndose en medio de ellos, los saludó, les deseó la paz, y les mostró las manos y el costado. Al verlo, los discípulos se alegraron.



—¡La paz sea con ustedes! —repitió Jesús—. Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes.

Acto seguido, sopló sobre ellos y les dijo:
—Reciban el espíritu santo. A quienes les perdonen sus pecados, les serán perdonados; a quienes no se los perdonen, no les serán perdonados.

¡Qué maravilloso momento! Jesús está vivo, se les ha mostrado con un cuerpo físico que tiene las manos con las marcas de los clavos y su costado, en el que se ve la herida que le infligió el soldado romano que le punzó con la lanza. Él, que es un Espíritu, hizo eso, para fortalecer la fe de sus apóstoles. Además, Jesús les da paz y consuelo en el corazón, les otorga espíritu santo y les habla sobre el perdón de los pecados.

Pero Tomás... no está reunido con ellos. NO vio a Jesús, ni recibió la paz de Dios, que sobrepasa todo pensamiento negativo y de duda en el corazón, ni recibió el espíritu santo ni escuchó la enseñanza de Jesús sobre el perdón.

Cuando a Tomás, le dijeron los otros discípulos habían visto a Jesús, él dijo:


—Mientras YO no VEA la marca de los clavos en sus manos, y meta MI DEDO en las marcas y mi mano en su costado, NO LO CREERÉ.

Esa fue la reacción de Tomás. Sus palabras estaban cargadas de cinismo y frustración. ¿Creer que Jesús resucitó? ¿Que se les apareció a los apóstoles con la marca de los clavos en Sus manos? Tomás dice que sólo CREERÁ si y sólo si METE él su DEDO en las marcas. 

Y transcurrió una semana. Una semana en la que Jesús no apareció. Y mientras tanto, Tomás siguió adelante con su vida. Una semana en la que en ningún momento dejó de creer que Jesús no había resucitado. Mejor seguir con su vida.

Una semana después, estaban los discípulos de nuevo en la casa, y Tomás estaba con ellos. Aunque las puertas estaban cerradas, Jesús entró y, poniéndose en medio de ellos, los saludó.

—¡La paz sea con ustedes!

Luego le dijo a Tomás:
—Pon tu dedo aquí y mira mis manos. Acerca tu mano y métela en mi costado. Y deja de ser incrédulo y hazte creyente. 

—¡Señor mío y Dios mío! —exclamó Tomás.


Porque me has visto, has creído —le dijo Jesús—, dichosos los que no han visto y sin embargo creen

Ahora sí creyó Tomás que Jesús resucitó.

Las palabras de Jesús y Su forma de mostrarse a Tomás y aclarar sus dudas son una lección, en primer lugar para Tomás, y por extensión a sus discípulos en general.

Tomás era un apóstol. ¿Qué significaba eso? Que él era un enviado de Jesús, un representante de Él para enseñar a otros. ¿Qué enseñaría? ¿Que un cristiano debía ser una persona de VER PARA CREER?

Jesús le dice:
Deja de ser incrédulo y hazte creyente
 
Tomás era incrédulo. Y Jesús le dijo que se hiciera creyente. En el griego original, hay dos palabras que definen claramente qué le dijo Jesús a Tomás:

APISTOS = INCRÉDULO
PISTOS = CREYENTE

  
Tomás era incrédulo. Era el tipo de persona que necesita ver para creer. La persona incrédula tiende a ser cínica, frustrada, incapaz de creer en algo, solamente piensa en lo que puede ver, tocar o palpar. Una persona de ese tipo no cree que sea posible que exista lo divino, lo sobrenatural, los milagros y el poder de Dios.


¿Cómo es posible que después de ver a Jesús hacer milagros, y estar con Él, alguien pueda ser incrédulo? Tomás no era un hombre 100% incrédulo, sin embargo, un poco de incredulidad es como la levadura, que un poco de ella leuda toda la masa. Tomás había iniciado un camino de incredulidad peligroso. "Deja" de ser incrédulo, le dice Jesús, y "hazte" creyente. Dejar la duda y tomar la fe como única opción.



Jesús hablaba a Tomás, pero en realidad, Sus palabras iban dirigidas a todos los apóstoles y hacemos bien en tomarlas en cuenta. Seguir las enseñanzas de Jesús y guiarse por ellas, requiere un continuo ejercicio de fe. Se requiere de una constante iluminación del espíritu santo para continuar, y con mayor razón en estos tiempos. Por ejemplo, Jes´su predijo que durante el tiempo de la Presencia del Hijo del Hombre habrían "falsos Cristos y falsos Profetas" que darían señales y prodigios para extraviar. Par no dejarse engañar, es necesario ser creyente. Ser una persona que cree en el mensaje inalterable y eterno de las enseñanzas de Jesús, basadas en el amor, la luz y la verdad.

Jesús sabía que sus apóstoles, al igual que nosotros, eran personas con fortalezas y debilidades, con la potencialidad de ser cada día mejores. El problema de Tomás fue que las circunstancias de la muerte de Jesús le afectaron, le dejaron en una posición difícil. ¿Qué pasaría con Jesús, y con Su labor como Mesías? ¿Estaba todo perdido?

En momentos de frustración, en los que parece que todo está perdido y nuestras luchas han sido en vano, es fácil perder la fe, y caer en la actitud de Tomás. Tomás pasó de ser incrédulo a creyente porque estuvo dispuesto a cambiar el rumbo. Después de ver a Jesús, seguramente reflexionó en lo sucedido, y no se permitió a sí mismo volver a dudar del Señor Jesucristo y de su Dios, Jehová.

Tomás no dejó de ser incrédulo y se hizo creyente instantáneamente. Tuvo que reflexionar, orar, crecer en la fe, aprender y practicar. Eso eran los apóstoles, hombres de fe, y en las Escrituras podemos ver cómo gradual y progresivamente crecieron en fe, y fueron los pilares del cristianismo.

Jesucristo nos invita a seguirle, y eso requiere fe. Curiosamente, las famosas palabras de Jesús cuando Él dijo que era "el Camino, la Verdad y la Vida" y que nadie llegaba al Padre sino a través de Él, ¿sabe a cuál de los apóstoles se la dijo? A Tomás. Fue Tomás el que le dijo:  "Señor, no sabemos a dónde vas. ¿Cómo sabemos el camino?". Y la respuesta de Jesús a Tomás de que sólo Él es el Camino, la Verdad y la Vida, nos beneficia a todos.

El ejemplo de Tomás nos muestra que Jesús conoce nuestro corazón, nuestras altas y bajas. Sin embargo, nos insta a tener fe, a ser creyentes en el amor y el poder infinito del Padre. Si así actuamos, siendo creyentes como dijo Jesús, seremos de los que son "dichosos que no han visto y sin embargo creen"

 




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